lunes, 31 de mayo de 2010


El mar esta en calma, después de la brava tempestad que sacudió el viento sobre el mar,
La violencia entre la paz, la caída del cielo en la densa y oscura brisa nebular…
Pues el navega tranquilo ya que es un bravo capitán.

Con su chaqueta y sus galones hechos por las mil manos de algas y corales, se los colgó y se dispuso a no naufragar jamás, por estrechos caminos de faros sin luces, de puertos fantasmas,
Con risas insanas, que gritaban llantos de almas castradas…

Cada noche surcaba la mar, con el horizonte ondeado de estrellas…
Su brújula nunca la llevaba encima, seguía la flecha de su corazón surcando a viento y vapor.

Todas las noches cogía su guitarra y en proa comenzaba a enamorar al mar, con versos y sonetos, con prosas deliciosas, con acordes de melodías rotas.

Su voz grave escupía al cielo, los miles de llantos que guardaba en desconsuelo, para que el viento se los llevara lejos, para que una nueva vida empezara en él de nuevo…

Cantaba junto con las ballenas, que gritaban y lloraban juntos a la luna llena…

Las medusas movían su barco a fuertes empujones de emociones .

Esquivó miles de cantos de sirena, se rio y se burlo de ellas.

Mato a miles de peces, cuando el se juntaba con el mar, era tan dulce que el agua salada se volvía dulce y placida…

Su pata de palo, era de un fuerte aguante, se desgastaba con facilidad y en cada isla talaba una palmera y se hacia otra pata para seguir ondeando su bandera por el mar.

Su parche sucio y desgarrado del calor y con fétido olor a desamparo, describía su portentoso accidente que sufrió…. Un terrible pez espada de un pinchazo se lo arrancó…

Por las mañanas se despertaba entre cantos de gaviotas, por las noches se dormía con el soplo del viento en su nuca, con el mar pegando en su barco, esperando su sueño letargo…

Comía y bebía, en su aposento, oscuro lúgubre, tenebroso, donde se hinchaba a vino y a frutas podridas que en la cesta yacían podridas…
Pues no tenia nada que llevarse a la boca hasta que no encontrara un cofre lleno de monedas de oro, que rompiera su grito de socorro…

En una fuerte tempestad… su barco engullido por el mar se tragó y al fondo de la mar llego a parar….

No salió a flote, no le ayudaron los peces, ni las sirenas ni las ballenas… mucho menos las medusas…
Sino la brisa marina y el cielo lo transportaron a otro mundo de paz, con el sol, las nubes y la brisa de alta mar.

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